Elaborar un pequeño diario puede ayudar al pescador a comenzar cada año con una cierta ventaja la nueva temporada.

El nuevo año ya está aquí, y la nueva temporada de pesca a la vuelta de la esquina. En apenas unas semanas, cuando empiecen a subir un poco las temperaturas, llegará para la mayoría de los pescadores sorianos el momento de volver a acercarse a la orilla de los ríos o embalses caña en mano y, seguramente, volverán a hacerlo con las dudas de siempre. ¿Dónde ir primero? ¿Con qué cebo? ¿A por qué especie? En fin, preguntas que se hacen muchos de los aficionados cada año cuando, tras los fríos meses de invierno, desempolvan los equipos y se vuelven a poner manos a la obra.

Esa incertidumbre, que se puede repetir a lo largo de la temporada a la hora de plantearse pescar en un escenario al que hace tiempo que no van, se puede resolver, al menos en parte, si el pescador dedica unos minutos, al terminar cada jornada de pesca y volver a casa, a plasmar determinados detalles de la misma en un pequeño diario que, con el paso de los años, podrá utilizar a modo de 'chuleta' para consultar qué es lo más aconsejable hacer en cada momento y en cada lugar.

En ese diario, que puede ser tan sencillo o tan complejo como uno quiera, se puede reflejar desde lo más elemental, como el lugar en el que se pescó ese día, el tiempo que hizo y el cebo que se utilizó, sin olvidar las capturas que se consiguieron; hasta lo más detallado, con temperatura del agua, nivel y color de la misma en el río o embalse y cualquier aspecto que pueda ayudar meses o años más tarde a afrontar una nueva jornada en el mismo escenario.

Para los más entusiastas, además, quedaría la opción de completar los simples datos con una redacción más o menos cuidada, a modo de relatos de pesca, que pueden convertirse en un bonito entretenimiento para una gélida jornada de invierno, sentado en el sofá de casa al lado de la estufa.

Aunque la idea de elaborar un pequeño diario de pesca es recomendable para cualquier aficionado a la pesca que dedique un buen número de jornadas al cabo del año a 'molestar' a los peces, tiene un especial interés para los que se afanan en perseguir a las truchas con un equipo de pesca a mosca, por la amplia variedad de artificiales que se pueden llevar en las cajas y que muchas veces confunden al más pintado.

Fichas modelo

Para quien decida iniciarse en este 'lío' de completar cada jornada de pesca recogiendo sus detalles en un diario se abre un variado abanico de opciones, siendo la más sencilla la de elaborar unas fichas modelo con unas casillas en las que se apuntarán los datos más elementales.

En las casillas de esa ficha modelo, que se puede diseñar tranquilamente aprovechando estas semanas de invierno que todavía nos quedan por delante, habrá que apuntar cada día de pesca unos datos inevitables; para empezar, la fecha en la que se ha ido a pescar, con el día y el mes.

La hora, en realidad el periodo horario en el que se ha estado pescando, aunque habrá jornadas en las que, por su peculiaridad, convendrá detallar la hora más o menos exacta en la que se han capturado las piezas, será un segundo dato imprescindible. El lugar en el que se ha estado pescando, tramo del río o zona del embalse, es también importante; como lo es el cebo o señuelo que se ha utilizado, sobre todo si se han conseguido capturas con él.

Obviamente, será inevitable dejar constancia también del número de capturas que se han conseguido, y el punto exacto en el que se logrado cada una, o reflejar el 'bolo' correspondiente si no se ha podido 'tocar escama' ese día. En cuanto a las capturas, habrá pescadores que, por la modalidad que hayan utilizado o el lugar en el que hayan estado pescando, tendrán que matizar también de qué especies han sido (pescando a cebo se pueden conseguir variedad de especies, y lo mismo ocurre si se utilizan determinados señuelos con equipos de lance ligero).

El tiempo que ha hecho durante la jornada de pesca, con detalles como el estado del cielo (despejado, con nubes y claros o muy nuboso y lloviendo), la temperatura o la fuerza del viento (en términos generales), es otro aspecto que habrá que plasmar en el diario, y que nos puede servir de ayuda meses o años después cuando nos planteemos volver al mismo sitio en un día parecido.

Otros detalles que habría que incluir son el estado del agua en la que se ha estado pescando, matizando el nivel que presentaba el río o embalse, su mayor o menor turbidez y su mayor o menor movimiento (ayudará saber si los peces se han capturado en zonas de corriente o en aguas paradas; o, si se ha pescado en un embalse, si había oleaje o estaba la superficie calmada).

Asimismo, aunque en este caso dependiendo de los señuelos, convendría especificar a la profundidad a la que se ha pescado (especialmente si ha habido capturas o, al menos, picadas).

En el caso de hacer algún viaje de pesca fuera de la provincia, o a algún recóndito lugar que no se conozca, el diario vendrá bien para detallar el itinerario recorrido (con distancia en kilómetros desde el punto de partida, tiempo invertido en el viaje, carreteras y cruces utilizados para llegar al destino).

Todo ello servirá, llegado el caso, para plantearse la posibilidad de volver allí (sobre todo si la jornada en cuestión fue fructífera) en otro momento.

Unos detalles que se suelen pasar por alto a la hora de apuntarlos en el diario, y que pueden venir bien en muchos casos, son los referidos a la orografía subacuática del lugar en el que se ha pescado. Lo más elemental es recordar los elementos sumergidos que nos pueden dar problemas en cada punto (como árboles caídos, rocas o cualquier tipo de objeto que suponga un enganche y el riesgo de perder no sólo el señuelo o el aparejo, sino, incluso, de poder llegar a partir la caña, que sería peor).

En este sentido, también es muy importante reflejar si la zona es, o no, vadeable (remarcando cuestiones como los lechos de ríos especialmente resbaladizos o, lo que es más grave, los desniveles o agujeros que pueden llevar al pescador a darse un desagradable chapuzón, y las zonas en las que el fango le pueden poner en apuros).

Para los 'mosqueros', a los que estos detalles les serán de gran ayuda, el diario debería recoger también las ninfas, ahogadas, emergentes o secas que dan mejores resultados en cada época en cada escenario de pesca, lo que les servirá para, al menos, saber con qué empezar a pescar 'al agua' cuando vuelvan a ese mismo sitio y las truchas no se ceben. Si en esas mismas fechas, hace uno, dos o los años que sean, las truchas picaron a una determinada imitación, es muy posible que esa sea la tónica que se repita temporada tras temporada si no se han producido cambios drásticos. De todas formas, apuntar las eclosiones que se han visto en cada jornada no estaría de más, para asociarlas a las otras características que se hayan apuntado, como la fecha, el tiempo o el nivel del agua.

Rizando el rizo, hay pescadores más metódicos, sobre todo los que acuden habitualmente a un número reducido de escenarios, que acompañan estos datos de sus diarios de pesca con planos esquemáticos de la zona en la que han conseguido las capturas (por no hablar de quien 'mete horas' y elabora auténticas revistas en las que acompaña el relato de cada jornada con fotos del día, de los sitios y de las capturas; pero, obviamente, son los menos, y tampoco se trata de eso).

Hay que dejar claro que el primer diario de temporada que se prepare no tendrá mucha fiabilidad para guiarse por él a la hora de pescar la temporada siguiente, porque pueden no coincidir muchos factores en las mismas jornadas (los ríos pueden variar de caudal, puede hacer más o menos viento, estar lloviendo, bajar o subir la temperatura...etc); pero cuando se tienen varios diarios, correspondientes a distintas temporadas, ya se pueden empezar a sacar conclusiones interesantes.